BANCOS DEL PARQUE
Bancos del Parque, testigos mudos, de mil y
una historias.
En ellos, encuentran cobijo los adolescentes,
con enamoramientos eternos, que duran a penas unas horas.
El llanto de la mujer abandonada y rota,
tratando en su soledad, de curar su herida.
Los arrumacos, y algo más, de los mayores, de
cabezas pintadas de canas, en donde solo pretenden ocupar los ratos efímeros de
la corta existencia que les queda por vivir.
Son visitados también, por los gorriones del
Parque, posando sus delicadas alas en un descanso de su vuelo, en su emigrar a
otras latitudes.
Hoy pintados de verde, y a veces se confunden
con el follaje que les rodea.
Al atardecer, suelo sentarme en uno de ellos,
de cara al mar, y me parece oír entre susurros, las múltiples historias vividas
por ellos.
Se podría escribir un libro inacabable, con
las cosas contempladas por ellos.
Pilar