AL BORDE DE LAS OLAS

Al borde de las olas



Estoy en el borde de las olas, suaves, acariciadoras
besan mis pies, con mil murmullos de sirenas ausentes,
peces de colores, conchas de nácar.

El sol brillante, se sonríe al ver tanta armonía.
Los navajeros (pescadores de navajas)
cumplen su tarea metódicamente:
Se visten con sus trajes de buzo, rodean su cintura
con los plomos que los mantendrán en el fondo
y con unos palos largos, con una pinza especial,
se adentran en las aguas, buscando a su presa.

Tienen unos pulmones privilegiados,
pues bajan a cuerpo limpio.

Yo los contemplo desde la orilla y me siento
como un poco culpable de estar sin hacer nada,
mientras ellos no paran de sumergirse
una y otra vez, pero al final de la mañana,
obtienen su recompensa, con un bonito cubo
lleno de las ricas navajas de la Ría.

Yo mientras tanto, divago sobre
la inmensidad del más, sus colores cambiantes,
los misterios que oculta.

A lo lejos, un mercante hace sonar su sirena
para avisar de su presencia a los pequeños veleros
que participan en una regata por la Ría.


pILAR