sábado, 2 de enero de 2010
BANCOS DEL PARQUE
BANCOS DEL PARQUE
Bancos del Parque, testigos mudos, de mil y una historias.
En ellos, encuentran cobijo los adolescentes, con enamoramientos eternos, que duran a penas unas horas.
El lloro de la mujer abandonada y rota, tratando en su soledad, de curar su herida.
Los arrumacos, y algo más, de los mayores, de cabezas pintadas de canas, en donde solo pretenden ocupar los ratos efímeros de la corta existencia que les queda por vivir.
Son visitados también, por los gorriones del Parque, posando sus delicadas alas en un descanso de su vuelo, en su emigrar a otras latitudes.
Hoy pintados de verde, y a veces se confunden con el follaje que les rodea.
Al atardecer, suelo sentarme en uno de ellos, de cara al mar, y me parece oír entre susurros, las múltiples historias vividas por ellos.
Se podría escribir un libro inacabable, con las cosas vividas por ellos.
Pilar
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Es cierto, Pilar, hay que ver las historias que han pasado por esos bancos, testigos mudos de la vida...
ResponderEliminarMe ha gustado tu escrito, que va más allá de la mera observación de un banco.
Como siempre, las cosas que parecen insignificantes pueden esconder historias apasionantes.
Un fuerte abrazo, guapa!
Núria
Ay, si los bancos de los parques hablaran, cuantas cositas nos contarían, tienes un privilegio Pilar, sentarte en un parque frente al mar ¡¡qué maravilla!!
ResponderEliminarUn abrazo
Mª Rosa
Graciñas a las dos por venir por aqui
ResponderEliminarUn beso
Pilar