martes, 4 de mayo de 2010
LA PELOTA
LA PELOTA
Estaba sentado en un banco de la Placita del Parque, viendo como el chaval trataba de meter la pelota dentro del aro.
Una y otra vez lo intentaba, pero no daba ni una,
Era pequeño y aquel aro le quedaba muy alto, demasiado alto, se ponía de puntillas y eso le hacía perder el equilibrio.
El hombre mayor que le observaba, esbozaba una ligera sonrisa, pero no le decía nada.
De repente, pareció que iba a desistir, estaba desilusionado, pero no lo hizo, el Sr. Mayor se dirigió hasta donde él estaba.
Se colocó a la espalda del chaval, le hizo poner los pies firmes en el suelo y dando un impulso fuerte a los brazos del chico, lanzó la pelota hacia la canasta, encestando, y después de darle un golpecito cariñoso en la espalda, se marchó.
Aquella cara le resultaba conocida al chaval y al llegar a su casa, cogió la colección de cromos de figuras del baloncesto y dio con él.
Con el tiempo, él llegó a ser un jugador famoso, gracias a la forma de tirar que le había enseñado esa vieja gloria.
Pilar
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Parece que nuestros pasos van marcados...Quién se lo iba a decir...
ResponderEliminarMuchos besos.
La verdad es que si, no hay casualidades jaja
ResponderEliminarUn abrazo
Pilar
La rueda de la vida. Dar lo que se tiene o enseñar a otras persoans que, a su vez, lo harán con otras, en una sucesión infinita.
ResponderEliminarPor desgracia, cada vez damos y enseñamos menos. Me pregunto qué pasará si se rompe esta cadena...
Reflexiones en la madrugada.
Un abrazo Dama de Rojo.
En la vida se cruzan personas que pueden marcar grandes caminos.
ResponderEliminarUn abrazo
Así es la vida y a lo que uno está predestinado...las casualidades no existen,se producen por algún motivo.
ResponderEliminarBesos Pilar.
Esto me confirma, una vez más, que todo sucede por algo y que lo que llamamos casualidad no es más que una jugada del Destino para un determinado fin.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, guapetona!
Núria
Mirad todos, sería una gran pena se rompiese la cadena, todos deberíamos contribuir a que no se pierdan ciertas cosas.
ResponderEliminarEn los pueblos pequeños (vivo en uno por decisión propia cansada de grandes Ciudades)se sigue compartiendo casi todo, es una gozada, pues te hacen partícipe de sus tradiciones e historias familiares que pasan de padres a hijos.
Este cuento de la pelota, es auténtico y me encantó cuando me contaron la historia.
Un abrazo a todos
Pilar
Que bello amiga Pilar, eso me hace pensar que siempre podemos dar y enseñar de nosotros lo que con el tiempo vemos aprendido (porsupuesto que los mayores tambien aprendemos de los jovenes), me ha gustado mucho,
ResponderEliminarbesos y abrazos, Lola.