CAMINANDO SOBRE LAS NUBES
Subí encima de las
nubes y esperaba encontrarme con un terreno blando y suave, y cuál sería mi
sorpresa, al encontrarme un suelo pedregoso, de cantos rodados.
Pensé que todo
sería blanco, impoluto, pero no, había zonas oscuras y tenebrosas, me dio un
poco de miedo pero me dije a mi misma, que ya que había tenido la valentía de
subir hasta allí, no podía rajarme ahora.
Tuve que calzarme,
para no dañar mis pies con las piedras, pues no sabía cuán largo sería el
camino que tenía que recorrer, tampoco sabía que es lo que me encontraría en él
o al final, si es que había final, todo era un misterio.
Miré a mí
alrededor y vi un camino que se iniciaba justo delante de mí y comencé mi
andadura. Era un camino extraño, sin vegetación aunque había unas
protuberancias redondas que al darles el sol, parecía que tenían luz propia.
En realidad no
sabía que es lo que iba buscando, cualquier cosa me servía, aunque me resultaba
un poco tedioso el camino, siempre igual.
De repente,
apareció un ser extraño, parecía un gato de angora, era blanco, pero cuando me
fui acercando, descubrí que al lado de los ojos, tenía como dos rayas abultadas
que le daba un aspecto siniestro. No sabía si se me lanzaría y me quedé inmóvil,
el corazón me latía con fuerza, pues no sabía cuál sería mi reacción, de
momento no cometí ningún alarde ¡por si acaso!.
Al cabo de un
rato, el dichoso animal, se aburrió de dar vuelta a mí alrededor y se fue mirándome
despectivamente, ni que decir tiene, que yo respiré, ante la ausencia del
dichoso animal.
Seguí caminando
despacio, ya no las tenía todas conmigo, cuando de repente, el camino se fue
iluminando de una luz dorada, era precioso el espectáculo, no sabía a qué se
debía pero mirando hacia el horizonte, vi como empezaba a salir el sol y a eso
se debía el color dorado de las nubes, ese color, se fue convirtiendo en rojo,
era impresionante verse metida en él, y al final acabó en un color brillante y
cegador, el Sol estaba ya en su apogeo.
Decidí dar la
vuelta pues el calor era cada vez más asfixiante y no quería quemarme, en vista
de lo cual, deshice el camino andado y salí de la nube, no me digáis cómo, no
lo sé, solo sé que me encontré de vuelta a mi cama de donde había salido.
Ni que decir
tiene, que no le conté a nadie mi aventura, supongo que hubiesen pensado de mi
que estaba un poco loca, pero no me importa, fue precioso aunque a lo mejor solo
fue en mi imaginación.
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