
La llamada
Sonó el teléfono, lo cogí y preguntaban por mí. Era una voz masculina, y cuando le dije que era yo, empezó a comentarme cosas de mi vida.
Comprendí que era una persona que estaba al tanto de mi existencia, y así me lo quería hacer ver, sin embargo, a mí la voz no me resultaba conocida.
El motivo de la conversación era totalmente intrascendental, y lo que me mantenía al teléfono, era simplemente la curiosidad.
De repente, llamaron a la puerta, me disculpé y fui a abrir, era una vecina y acabé pronto.
Cuándo regresé al teléfono, la persona que estaba al otro lado, había colgado.
Me marché a la calle, y tenía tantas cosas que hacer, que pronto me olvidé de la llamada.
Al día siguiente, cuando estaba a la puerta de la casa dispuesta a salir, sonó el teléfono, di marcha atrás con rapidez. Era la misma persona que el día anterior y al notar mis prisas, me dijo que me dejaba, que ya hablaríamos otro día, que notaba que estaba apurada y él necesitaba tranquilidad.
Le animé a que siguiésemos hablando, pues no tenía demasiado interés en salir corriendo, pero dijo que no, y diciendo un escueto “adiós”, colgó el teléfono.
Me fui a la calle y al revés que el día anterior, sí estuve dándole vueltas al tema. Me prometí a mi misma, que la próxima vez que hablase con él, le haría identificarse y le pediría me dijese el por qué de sus llamadas.
Aquél día, me quedé un tanto preocupada ¿qué querría de mi esa persona?, no podía ni imaginarlo, pero si lo que aquélla persona quería era llamar mi atención, lo había conseguido.
A pesar de tener el día muy ocupado, no pude quitarme de la cabeza la dichosa llamada.
Aquélla noche dormí mal, se diría que estaba deseando que llegase la mañana y con ella la llamada de turno, pero curiosamente aquél día no llamó nadie, ni aquél día ni nunca más.
Nunca supe el objeto de aquéllas misteriosas llamadas, ni quién las hacía
Pilar